Identifiqué 3 tipos de migrantes: los empleados, los emprendedores – empresarios y los estudiantes. Para efectos de este blog, usaré esta categorización. Todos tienen algo en común: buscar días mejores. Los primeros aún puedo subdividirlos en los empleados que aprendieron y se capacitaron y los que no. Con esto me refiero a que los que no se capacitaron, tienen casi casi el mismo trabajo durante los veinte y pico de años que llevan acá. Los que se capacitaron, sea aprendiendo a manejar alguna máquina o los que hicieron carrera profesional obviamente han ido escalando y tienen mejores posibilidades. En segundo lugar los que pusieron algún negocio, sea que están iniciando o que ya llevan años haciéndolo. Por último los estudiantes de maestría o doctorado.
En los tres grupos encontré un punto en común con bastante frecuencia, por ello era menester explicar qué sucede cuando te ausentas. Gran parte de estos 3 grupos no habían recorrido Europa como yo imaginaba, uno pensaría que en Europa todo queda cerca y que han conocido por lo menos unos 10 países o más, en la práctica, no es así. Muchos no han salido de España, que son la mayoría, otros, han salido poco a un rango de 3 o 4 Países y las personas que han viajado más son las que tienen un mejor empleo y disponen de recursos, no para el viaje, si no para seguir pagando los gastos mientras ellos no están. De pronto las personas que ya son independientes financieramente lo van a entender muy rápido.
Aquí el corazón se me hizo chiquito, imagínense 20 años trabajando fuera y que por ayudar a sus familias (hermanos, primos, tíos, etc) o sacar adelante la suya (hijos, esposos), no han conseguido ni ir a Francia por ejemplo, tanto trabajo para ahorrar, augurar mejores días, ni siquiera para ellos, si no para los que más quieren. Cuando les preguntaba cuándo fue la última vez que fueron a Ecuador, me decían unos que hace 6 años, otros que hace 3, otros que hace 10, respuestas muy variadas pero todos coincidían que ese era uno de los lujos que se habían permitido, sí amigos, regresar al Ecuador y abrazar a sus seres queridos, no es algo que la gente puede hacer con frecuencia y si lo hacen, no imaginan cuánto esfuerzo representa ello.
Historias escuché de todo tipo, que los estafaron, que hubo gente que los ayudó, acá no existe regionalismo, parece que cuando te encuentras un latino, es como si fuera otro ecuatoriano. Imagínense que valientes estas personas que se aventuraron, sin estudios superiores, sin dinero, a buscar días mejores, a dormir en un cuarto entre 5 o 6 personas, a ser discriminados, en su gran mayoría mucha gente se aprovechó de ellos y les pagó menos porque no tenían papeles, poco a poco fueron legalizándose hasta alcanzar un salario básico, horas extra bien remuneradas y algunos de ellos ir escalando en sus respectivos trabajos.
En Europa en general, el que gana el salario básico, tiene para suplir sus necesidades, de alimentación, transporte vivienda, es decir, no les hace falta nada. Cosa muy contraria que sucede en el Ecuador, que el salario básico no alcanza para mucho.
Algo curioso y tierno que me pasó es que muchas de las personas donde iba (como siempre, jaja no sé cómo se da todo, les juro que no conocía a nadie antes de venir a Europa), me ofrecían algo típico de Ecuador, entre mí decía, qué vergüenza que gasten cosas de Ecuador en mí, si a la final yo voy a volver y ya puedo comer, sin embargo, ese gusto que tenían de compartir con sus compatriotas, que un encebollado, que una colada morada, que mote con queso. Les juro que por comida ni tuve lío, comí como estar en Ecuador muchas veces, nada como comer comida ecuatoriana con un ecuatoriano recién llegado, con noticias frescas de Ecuador y con ganas de largas charlas.
Conversé con muchos de ellos, los emprendedores, eran personas a las que me daba curiosidad escuchar, porque decía entre mí, uno se prepara tanto y le da muchísimo miedo competir fuera. Muchos de ellos con menos estudios lograron consolidar sus empresas, comprar maquinaria y hasta hacer líneas de producción. Todos ellos empezaron resolviendo necesidades puntuales de las personas, desde bordar prendas de vestir hasta restaurantes con muchos comensales o peluqueros con muchos clientes. Ellos me decían que es bonito manejar tu propio horario y sigue vigente uno de los mismos miedos que yo veo en muchos emprendedores en Ecuador, lo que en el Ecuador es el SRI se llama Hacienda en España, le tienen un miedo, creo que como siempre el desconocimiento es el mayor miedo de todo, si te capacitas y aprendes a cómo usar esto a tu favor, ya la hiciste. Si algo he aprendido de todo mi camino recorrido hasta ahora es a cumplir la ley de impuestos para que esto permita acceso a créditos y mover el dinero a través de transacciones electrónicas minimizando el efectivo, ya que eso mejora tu capacidad de endeudamiento. Al leer esto sepan que están leyendo a una persona que ha recorrido decenas de bancos, ni el score bancario pesa tanto como los movimientos transaccionales, solo hay que seguir intentando.